CARLOS IBÁÑEZ
(1929 - 2006)

Breve semblanza de la trayectoria vital de Carlos Ibáñez escrita por él mismo:

Paso a paso por la vida haciendo poesía
Navegando por la vida
Un espacio para la Historia
Las noticias del lector
Bajo mi punto de vista
Mis comienzos literarios

 

    Era una fresca mañana de un día 7 de febrero del año 1929 cuando la comadrona se presentó en la vivienda de mis padres, sita en el barrio de Beurko, para asistir a un parto que no se hizo esperar. De pronto se escuchó una voz cariñosa exclamando: ¡Es un niño! Y efectivamente, ¡el niño era yo! Me consta que me inscribieron en el Juzgado Municipal de Barakaldo, que en aquel tiempo ya lejano, estuvo situado en el segundo piso del viejo Ayuntamiento. Me impusieron el nombre de Carlos y algunos días después decidieron bautizarme en la Iglesia Parroquial de San Vicente Mártir un 24 de febrero de 1929. El cura se ensañó con echarme más agua de la cuenta, sobre mi cabeza, por lo que comencé a llorar. Con el llanto llegó el lío y entre el cura y el padrino, parece ser que no se pusieron de acuerdo, diciendo que si el niño era feo o que el nombre de Carlos no era bonito, el caso es que me sacaron de la Iglesia llamándome José Luis, y por si fuera poco, mi padre con mucho cariño dio en llamarme ¡Txelis! Y así es como llegué a tener más nombres que dinero. Veamos: "José Luis Carlos y Txelis". Con el paso de los años decidí que me llamaran Carlos, único nombre que en realidad tengo. Y si alguno lo duda, puedo asegurarle que lo de José Luis es algo así como un apodo y ello se puede ver bien claramente en una Escritura Notarial en la que reza lo siguiente: "Don Carlos Ibáñez López, conocido por José Luis", etc.,etc...

    En la actualidad y familiarmente me siguen conociendo por José Luis, aunque cuando muy tímidamente, y sin acentuar, me dicen Jose, pero que conste que para todos los efectos sigo siendo Carlos a secas.

    Con esta sencilla aclaración creo que ya no cabe la menor duda sobre mi propio nombre y sobre el que se han cruzado apuestas ¡y claro! los perdedores han sido mis amigos de la niñez, es decir, los que mejor creían conocerme.

    Una vez nacido y "nombreado" y, apenas sin saber andar, mis padres me trasladaron a la calle Autonomía y cuando ya dejaba de "gatear" por el suelo, me llevaron a una nueva residencia en la calle Arana, cuya casa daba también a la calle San Juan. He aquí otro confusionismo ya que cuando siendo niño y tocaba jugar a "pedradero" (tirar pedradas entre chavales), yo no sabía con quien aliarme. Con el paso de los años terminé pasando y residiendo en la zona de Lasesarre y calle de Zaballa, por lo que considero que nadie pondrá en duda mi pertenencia a lo más típico y popular del pueblo barakaldés. Hago esta aclaración para que se disipen las dudas de quienes me han catalogado como oriundo de otros lugares o provincias españolas. Cierto es que mi padre nació en Sopuerta (Vizcaya), mientras que mi madre era del Partido Judicial de Miranda de Ebro (Burgos).

    El destino fue algo que no me dejó ser libre en la vida y tuve que ser barbero o peluquero, como también lo fuera mi padre. También hubiera podido ser carpintero, profesión que ejercía mi padre cuando acaeció la famosa crisis de 1929. El caso fue, que sin comerlo ni beberlo me vi embarcado en aprendiz de Fígaro cuando tan solo tenía 11 años, ya que en el año 1940, falleció mi padre.

    No fui un niño privilegiado pero no por ello me consideré ser un desgraciado. Conseguí superarme en la vida pese haber sido un niño analfabeto ya que cuando solo contaba con 10 años, comencé a deletrear en un viejo Caton, libro primario al que le faltaban la mayoría de las páginas. Lo cierto es que pagué muy caro los problemas de la Guerra Civil española, que me marcó con todas sus consecuencias.

    Contadas algunas de mis tristes vivencias y dejando aparcadas mis posteriores andanzas de mi paso por la "mili", mi enlace matrimonial con una hermosa e inteligente bilbaína y el posterior nacimiento de mis hijos: María Begoña y Juan Carlos, bueno será conocer como y porqué jugué a ser poeta.

Con este título comenzaba la dedicatoria aparecida en el comienzo de mi primer libro que me editara El Correo Español

    Corría el año 1985, cuando la Dirección de El Correo decidió impulsar el desarrollo del periódico a través de ediciones y creó las páginas de la Margen Izquierda, se descubrió el interés de los lectores por la Historia local de ese territorio. Los comienzos de la industrialización, el auge de la explotación minera, la llegada masiva de inmigrantes, los primeros pasos del Ayuntamiento, asociaciones y clubes, y, sobre todo, los personajes cotidianos que estuvieron detrás de esa Historia, sus historias, llenaban con impacto a un colectivo ávido por conocer los cimientos sociales más cercanos del protagonismo de sus pueblos.

    Así nacieron secciones como "Clásicos y Populares de Barakaldo", "Pincelada Semanal", "Estampas Barakaldesas", "Calles de Barakaldo" y "Apuntes para una Historia". Secciones que se convirtieron en espacio para la Historia y para los personajes que han destacado en Barakaldo, que, por reflejo y simpatía personal, respondían a la Historia de toda la Margen Izquierda y Zona Minera.

    Hay prestigiosos historiadores que siguen y analizan las claves históricas de los pueblos para entender un proceso que se desconoce, pero que, sobre todo, se pierde y se olvida. Y la memoria histórica es algo que debería ir unido al progreso de los pueblos. Y, sin embargo, existe otra Historia, tan seria y tan necesaria como la anterior, que muy pocos se preocupan por recuperar. Esa Historia popular, la Historia de personajes de la calle, que no han influido en decisiones de alta política, pero sí han contribuido a expresar y confirmar el estilo y el sentimiento de un pueblo.

    Esta es la Historia que busca y recopila Carlos Ibáñez, el gran barakaldés, que trabaja sin pausa en la recuperación de los antecedentes del pueblo que le vio nacer. El Correo, de acuerdo con esa línea iniciada hace años de acercamiento a los ciudadanos de esa comarca, ha asumido con cariño esta iniciativa de publicar este libro sobre Barakaldo. Una gran aportación sin duda, y un nuevo servicio a los lectores de la Margen Izquierda.

    Mucho se ha escrito, pintado, loado y maldecido a la Margen Izquierda. Una comarca donde se ha hecho compatible lo autóctono con "lo que llegaba": la vida de los caseríos y la actividad de las ferrerías, las oleadas de mano de obra para la mina y la siderurgia y el espléndido de los centros regionales, el desarrollo de las asociaciones recreativas y el auge de los colectivos vecinales que defendían un ba

    Son muchos los que creen que mis principios periodísticos comienzan en el año 1985 con la llegada de El Correo a Barakaldo. Pero lo cierto es que ya en el año 1960, ya firmaba - con el seudónimo de Fígaro - en La Gaceta del Norte. Estas colaboraciones no me las pagaban, pero sí, a cambio, era premiado con excursiones al sur de Francia donde tan de moda estaba el comprar productos de Duralex.

    Sin duda alguna, me figuro que habrá algunos ingenuos que lancen su hipócrita sonrisa al leer "Mis principios periodísticos". No tuve nunca la suerte de cursar estudios superiores, pero sí la visual de ver donde estaba la noticia o la temática que despertaba el interés para el lector. Pese a lo que muchos piensan, el periodista no se hace, más bien, yo diría que se nace. Quizá este sea el fracaso de muchos fustigados que estudian periodismo. Con estos simples detalles pretendo dejar constancia de mi tendencia a escribir en los periódicos en los que en muchas ocasiones se han publicado mis constructivas "Cartas al Director" tanto en El Correo, Deia, y El Mundo, en su delegación para Bizkaia.

    Considero que ya no habrá dudas sobre mis comienzos, que por cierto guardo muy buenos recuerdos de una máquina de escribir que durante muchos años fue mi fiel compañera hasta que por fin, me pasé a la pantalla del ordenador.

    Dentro de los buenos y malos recuerdos contaré cierto ocurrido de quien yo consideré un buen amigo y que resultó ser un repelente adulador de "quita y pon", al que no se le ocurrió otra cosa que decir y propagar que todos mis escritos me los hacía mi hija. Con esto demostró toda su ignorancia - como les ha sucedido a otras personas - quitándome mis sencillos méritos de "escribidor" y otorgándoselos a mi hija, que es incapaz de ser tan vulgar como su padre. Mi hija, en la actualidad es Doctora en Filosofía y Letras y quizá lo sea por haberme imitado y conseguido lo que yo no pude alcanzar.

    En la vida surgen cantidad de dudas que nadie acaba de descifrar, pese a ello, la vida sigue su trayectoria como si nada hubiera ocurrido. ¿Quien no ha oído comentar, a la vez que preguntar?: ¿Cual fue antes, el huevo o la gallina? Este tema sigue estando en el aire y lo seguirá mientras no surja algún sesudo que rompa los moldes.

    A esta incógnita se le añade otra pregunta a la que nadie ha dado una contestación convincente. Veamos: ¿El hombre nace o se hace? Yo diría que nacemos todos con un Don que desarrollamos para bien o para mal. Pero algunos, son incapaces de ser algo en la vida, bien porque no pudieron, no supieron o no quisieron plasmar en los folios ciertas anotaciones de convivencia de los pueblos, dando lugar al olvido.

    Nunca pensé haber nacido para hacer historia, pero la realidad me demostró que para ello no precisaba ningún milagro y sí conocimiento, fuerza, tesón y mucha moral para repeler la ignorancia destructiva de los prójimos que ni hacen ni dejan hacer. Esto es más o menos una buena parte de mi vida y de mi historia que muchos ya conocen y que otros ignoran, porque la envidia, sí la envidia, les hace zancadillear todo cuanto los demás hacen o dicen, al plasmar en los libros sus vivencias.

    Todo esto es poco más o menos el comienzo de la historia de un barakaldés que nunca pretendió ser Profeta en su tierra. Y, ¿cómo había de pretenderlo si nunca tuve apoyos morales ni materiales? No llegué a ser profeta en mi pueblo, pero conseguí lo que siempre ansié, hacer lo que a mí me gustaba hacer.

    Muchas veces me he preguntado si el hombre nace o se hace y la verdad es que todos nacemos para algo en esta vida, pero es imposible alcanzar lo que no se lleva dentro de uno mismo. Yo diría que es el destino el que manda ya que es el verdadero timón que marca el rumbo de nuestras vidas.

    Yo comencé a ser poeta componiendo algunas "chapucillas" que casi siempre quedaron incompletas y me sentía tan feliz. Pero ocurrió cierto día en que sin saber por qué le hice una cantata al Club de Fútbol de mi pueblo. ¿Y para qué lo hice? Vaya "follón que armé, sólo faltó que me procesaran judicialmente". La ignorancia del pueblo me condenó, pero a cambio hicieron que naciera un poeta. Todo esto ocurrió en febrero del año 1975 y los versos decían así:

En Barakaldo se forja el hierro
y las figuras del fútbol español
son tus colores el gualdo y negro
con simpatía te llaman Peñarol
pero queremos seas independiente
que ganes los partidos y seas Campeón
en Barakaldo cantamos y animamos
a nuestro Club querido porque eres el mejor

Tus seguidores somos alegres
a Lasesarre te vamos a animar
bien a la Vi o a la Va
o Barakaldo, Barakaldo, Tra-ca-tra.
Sabes luchar, sabes ganar
y si perdieras sabes disimular,
bien a la Vi o a la Va
o Barakaldo, Barakaldo, Tra-ca-tra.

    Cuantos malos recuerdos y sinsabores me reportó mi osadía. Se me humilló lo indecible, pero al final conseguí que esta canción tuviera música que compusiera el Maestro Jesús Ibarra y que después fue cantada y grabada por Los Chimberos. Mi desmedido orgullo hizo que yo pudiera demostrar que lo mío no era producto de la casualidad y sí una vena artística heredada de mi antecesor y poeta Don Antonio de Trueba y de la Quintana quien fue tío carnal de mi abuela paterna.

    Debo confesar que en mi mente se fraguó ese algo que llevaba muy dentro y que dio lugar a que naciera un nuevo poeta.

 

 

 

 
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